El niño obsesivo

 ¿QUÉ SON? 

Las obsesiones son pensamientos o imágenes persistentes e inquietantes que el niño no puede ignorar o desechar. Causan gran ansiedad. Las compulsiones son acciones o rituales repetitivos que pretenden aliviar la ansiedad causada por las obsesiones. Sin embargo, el alivio es temporal porque al realizar las compulsiones se refuerzan las obsesiones. Ambas están relacionadas. (El niño obsesivo, 2019)

Por ejemplo, un niño con miedo obsesivo a los intrusos puede revisar las cerraduras repetidamente. Cuando las obsesiones y compulsiones ocupan un tiempo excesivo, causan sufrimiento e interfieren en el funcionamiento normal del niño se le conoce como trastorno obsesivo compulsivo. Los niños tienden a desarrollar este trastorno entre los siete y doce años mientras que las niñas después, en la adolescencia. Requiere tratamiento especializado. 

¿CÓMO RECONOCERLO? 

Hay que buscarlo porque se suelen llevar con mucho secretismo y ocultismo. Sospéchalo si: 

• Pasa a solas mucho tiempo, sin una razón que lo justifique. 

• Hace las mismas cosas una y otra vez: conductas repetitivas (por ejemplo, lavarse las manos, comprobar la puerta...). 

• Te pregunta constantemente acerca de sus preocupaciones, para calmar su propia ansiedad. 

• Dedica más tiempo de lo normal a tareas sencillas. 

• Se retrasa permanentemente. 

• Muestra excesiva preocupación por nimiedades y detalles. 

• Tiene reacciones emocionales extremas, ante cosas sin importancia.

• No duerme bien. Se queda levantado hasta tarde acabando cosas. 

• Realiza cada vez mayor número de cambios en sus rutinas cotidianas. 

• Dice que la vida diaria es una lucha.

¿QUÉ HACER? 

• Aprende a reconocer las señales de que tu hijo tiene problemas. Ten en cuenta que la tensión emocional y el estrés acrecientan las obsesiones. 

• No tengas prisa. Una mejoría lenta y gradual puede resultar positiva y evita recaídas. 

• No compares un día y otro. Los días en que sufra una “recaída”, recuérdele que “mañana podrá intentarlo de nuevo”. 

• Reconoce las “pequeñas” mejorías. Esto le animará para que siga intentándolo. 

• Crea un ambiente de apoyo en casa. Cuanto más se puedan evitar las críticas personales mejor. 

• Mantén una comunicación clara y sencilla. Evita dar largas explicaciones. Las respuestas a sus preguntas han de ser cortas y sencillas. Zanja la cuestión con firmeza, pues para ellos siempre habría un “¿y si...?” que sería interminable y difícil de rebatir. 

• Llega a un acuerdo con tu hijo, sobre la no participación de la familia en sus rituales (incluye resistirse a las incesantes peticiones de confirmación a sus preocupaciones). 

• Fija límites, pero siendo sensible al estado de ánimo de tu hijo. Mantente firme en cuanto a acuerdos alcanzados previamente sobre su participación en las compulsiones, el tiempo dedicado a hablar sobre sus preocupaciones y el grado de confirmación que se le dará.

 • Sigue con la rutina familiar “normal”. El intento inicial de evitar el conflicto cediendo, no hace más que aumentarlo. Es preciso poner límite a las obsesiones y las compulsiones. 

• Recurre al humor. La capacidad para distanciarse uno mismo de los miedos irracionales y reírse es saludable, especialmente cuando se hace en compañía. 

• Dedica tiempo a otros miembros de la familia. El trastorno no puede gobernar la vida de todos.


El niño obsesivo. (2019). En D. R. DR. JUAN CASADO FLORES, Trastornos del comportamiento de niños y adolescentes (págs. 31-32). Madrid: ergon.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Componentes de la Actitud.

El aprendizaje y sus tipos.